Superar la pereza

. sábado, 20 de enero de 2007
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Superar la pereza


Cuando estás al borde del agotamiento, ¿tomas café o estimulantes en lugar de echarte a dormir? Ojo: re­primir la pereza provoca ansiedad y somatizaciones


He leído "Guerra y Paz" de principio a fin en sólo veinte minutos. Habla de Rusia", dice Woody Allen. Y es que ¡hasta para leer andamos co­rriendo! Vivimos acelerados, sin disfrutar del momento presente. Por eso, de vez en cuan­do deberíamos hacer una pausa y preguntar­nos: ¿qué estoy haciendo?, ¿hacia dónde voy? "Pienso donde no estoy y, por tanto, estoy donde no pienso", decía Lacan.


Como superar la pereza


Sí a la pereza bien medida

"No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" .Y ¿por qué no? Llevar una agenda está bien para planificar el tiempo, para activarnos, pero de vez en cuando podemos darnos per­miso para mirar las nubes. Al fin y al cabo, so­mos seres libres. Evita que las creencias apren­didas también nos apuran: "No puedo per­der el tiempo", "Tengo que ser productivo", "Ahora debería estar estudiando, debería irme a casa...".


La importancia de disfrutar

En la deliciosa novela de la escritora cubana ZoéValdés Te di la vida entera, la protagonis­ta se pregunta, en un importante momento de lucidez, por el sentido de su vida: "No dejo de machacarme las neuronas preguntándome: ¿tanto ajetreo, para qué? ¿Para qué tanta lu­cha?".. . Lo que queremos, al fin y al cabo, ¿no es disfrutar la vida?


Cuando el estrés te amenace, no hay nada me­jor que una pildora de pereza: rescatemos las costumbres de nuestra cultura y durmamos la siesta. Una siesta corta de 15 a 20 minutos, su­mada a ocho horas de sueño, supone un me­jor descanso y mayores beneficios que si se agregan los mismos minutos al descanso noc­turno. Algunos estudios aseguran que su efecto reparador combate los radicales libres, previene el envejecimiento y alarga la vi da. Y será cier­to, porque dormir la siesta se nota en la cara, que gana luminosidad, frescor y optimismo.


Respeta tus ritmos biológicos

Observemos a los animales: se estiran y se des­perezan en cuanto sale el sol, descansados y activos, y después remolonean con absoluta li­bertad en cuanto les apetece sin plantearse dudas al respecto. Nosotros, en cambio, duran­te gran parte del año no tenemos otra opción que seguir a rajatabla unos estrictos horarios impuestos por el sistema. El lema para todos es: "rendir, rendir y rendir". Por eso debes re­cordar que la pereza ¡forma parte de nuestros ritmos biológicos naturales!

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